Principios Bautistas

El autor bautista Justo Anderson, en el primer tomo de su monumental obra sobre la historia de los Bautistas, sistematiza siete principios fundamentales de los bautistas (Anderson: 1987, p., 37ss). Aquellos son una especie de descripción de lo que se podría llamar una “teología bautista” y que me permito sistematizar, ampliar y explicar desde mi perspectiva teológica. Así:

  • El Principio Cristológico: El Señorío de Cristo
  • El Principio Bíblico: La Autoridad del Nuevo Testamento
  • El Principio Eclesiástico: Una Membresía Regenerada
  • El Principio Sociológico: Un Orden Democrático
  • El Principio Espiritual: La Libertad Religiosa
  • El Principio Político: La Separación entre Iglesia y Estado
  • El Principio Misionológico: La Evangelización y las Misiones

  1. El Principio Cristológico: El Señorío de Cristo

Es el principio fundamental, sobre el cual giran todos los demás. Los antecedentes históricos y sobre todo los bíblicos, señalan el señorío de Cristo como la doctrina fundamental. De hecho en el lema de la CBE es: “Jesucristo Único Fundamento”, señalando de este modo lo prescrito en la Escritura (Cf., Fil. 2:11, y 1 Co. 3:11). Esta afirmación es el primer credo de la iglesia apostólica y novotestamentaria: “Jesucristo es el Señor”.

Se dice que el futuro de la denominación bautista dependerá de la fidelidad a este principio. Asumir este dogma de fe, significa oponerse a todo tipo de totalitarismo. Esta declaración del señorío de Cristo implica absoluta sujeción y sumisión del creyente como de la iglesia. Si Cristo es el Señor –como lo es- entonces nosotros somos solamente esclavos que debemos obediencia plena. Pues, si Cristo no es Señor, entonces no es nada (Cf., Jn. 9:1ss; Rom. 10:9-10; Fil. 2:1-11; Ap. 1:1ss).

  1. El Principio Bíblico: La Autoridad del Nuevo Testamento

No es caer en la bibliolatría.Los bautistas buscan amoldarse al modelo de la iglesia del NT, entendiendo que hay diferencias culturales, históricas y aún administrativas. Consideran más el NT como una fuente histórica, normativa y divina; y no un manual eclesiástico. El NT es la “tradición” definitiva de los bautistas. Los bautistas se basan en el NT, interpretado bajo la dirección del Espíritu Santo. El AT, es importante pero siempre se lo debe interpretar desde el NT., nunca al revés.

En resumen: este principio es bautista, porque primeramente fue apostólico. Por ello se estima a los bautistas como “biblicistas” porque se aferran al NT como la única norma de fe y práctica. Este principio está hoy más vigente que nunca, debido al subjetivismo teológico y doctrinal que impera en el mundo católico, protestante, pentecostal y evangélico, inclusive.

  1. El Principio Eclesiástico: Una Membresía Regenerada

Este constituye el principio cardinal y punto de partida de los bautistas en torno a la eclesiología. Los bautistas creen que la iglesia cristiana es la confraternidad de todos los creyentes en Cristo, o sea una comunidad espiritual, cuya expresión concreta en el mundo es una iglesia local y cuyo fin es el entendimiento del Reino de Dios. Los bautistas para aceptar nuevos miembros insistirán en dos aspectos antes de la admisión: 1. Evidencias de una conversión genuina y personal; y, 2. Que el creyente sea bautizado bíblica y correctamente.

Según los bautistas el bautismo novotestamentario exige al menos cuatro cosas: 1. Ser creyente (candidato correcto); 2. Por inmersión (modo correcto); 3. El bautismo como símbolo (significado correcto); 4. Ministro autorizado (administrador correcto). Creemos que el bautismo es la representación dramática de la regeneración (Cf., Rom. 6:4). Por eso los bautistas creen que su práctica bautismal es bíblicamente correcta, psicológicamente verdadera, intelectualmente libre, y simbólicamente rica (Anderson: 1987, p., 61).

En suma, los bautistas creen que el bautismo novotestamentario simboliza: la purificación personal del pecado, la recepción del don del Espíritu Santo y la unión mística con Cristo en sus hechos redentores. El bautismo es el símbolo del nuevo nacimiento, y por ello se celebra una sola vez.

  1. El Principio Sociológico: Un Orden Democrático

La persona que acepta el señorío de Jesucristo no podrá tener otro principio sociológico que no sea el considerar a los demás como iguales ante Jesús; y en consecuencia, luchará por la eliminación de todo tipo de barreras, sociales, religiosas, políticas, raciales, etc. Este principio emana de otro grande y colosal pensamiento de los bautistas, que además fue grito de guerra en la Reforma: El sacerdocio universal de los creyentes. Eso significa que el creyente es regenerado por gracia una vez para siempre, y por medio de la fe. Tiene libre acceso a Dios por medio del único Mediador (sacerdote) que es Jesús. Y asume su responsabilidad sacerdotal de cuidado frente a los otros.

La democracia y la autonomía, palabras bautistas distintivas; no significan ni la anarquía individual, ni la independencia social; sino que significan un esfuerzo por dejar libre el acceso entre Dios y el hombre, entre el Espíritu Santo y la congregación.

Ante Jesucristo todos los hombres son iguales. Una élite no puede existir en una congregación bautista. Por ello los bautistas luchan por la democracia en todo orden y contexto posible; con el fin de someterse mejor a una monarquía absoluta: la de Jesús y su bendito Reino eterno. El sacerdocio del creyente y la autonomía de la congregación local, presuponen un profundo sentido de responsabilidad ante Dios.

  1. El Principio Espiritual: La Libertad Religiosa

Tolerancia religiosa no es lo mismo que libertad religiosa. Según los bautistas, libertad religiosa es: “La libertad dada por Dios, de creer (conciencia) de adorar (culto) y de propagar (prensa, radio, etc.) la fe sin coerción gubernamental o interferencia clerical” (Anderson: 1987, p., 72). Además, creo firmemente, que la libertad religiosa debe estar signada también por la igualdad en términos de derechos y privilegios. De otro modo, el favoritismo abierto o soterrado, evidenciaría tolerancia, más no libertad; que en este contexto es sinónimo de igualdad.

En resumen: la libertad religiosa es de culto, conciencia, y proclamación de lo que creemos. Creemos que la libertad religiosa esta arraigada en la naturaleza del hombre: él fue hecho libre aún ante Dios. Aquella libertad se ejercita en el contexto del orden social y debe estar gobernada y motivada por el amor cristiano. Esa libertad involucra la aceptación de la responsabilidad del discipulado cristiano; y ello implica que el ejercicio de la libertad demanda fe y sacrificio; humildad y fidelidad; inteligencia y celo (Anderson: 1987, p., 77).

Y por último, aquella libertad debe ser ejercida –y es solo tal- bajo la dirección del Espíritu Santo de Dios. Este principio nos obliga a seguir siendo contestatarios (aspecto negativo según la lectura de los demás), pero también a ser proactivos, porque debemos demostrar, positivamente, la disciplina y la adaptabilidad nuestra en la sociedad.

  1. El Principio Político: La Separación entre Iglesia y Estado

Este principio es el corolario del anterior, y nació de la interpretación bíblica de la política. El fundamento bíblico para tal y radical separación, se puede esgrimir en los siguientes puntos:

· El señorío de Cristo, Mt. 28:18

· La naturaleza del reino de Cristo, Jn. 18:36

· El estado pecaminoso del hombre, Rom. 3:23

· El sacerdocio del creyente, Ef. 2:5-10

· El carácter espiritual de la iglesia de Cristo, Mt. 16:18

· La doble ciudadanía del creyente, Mt. 22.21: Fil. 3:20

En términos prácticos, la separación absoluta y definitiva entre la iglesia y el Estado, implica aspectos como:

  • Debe darse en el contexto público y legal
  • Las iglesias existen sobre una base de voluntariedad
  • No existencia de impuestos eclesiásticos
  • No habrá instrucción religiosa “oficial” en las escuelas públicas
  • Perseguir el bienestar de las iglesias dentro del estado.

  1. El Principio Misionológico: La Evangelización y las Misiones

Si la mente de los bautistas está en la teología bíblica y en el NT, su corazón está en las misiones. La Biblia toda es el relato de la obra misionera de Dios. La piedra fundamental en cuanto a la base bíblica, son dos textos referentes a la llamada Gran Comisión (de otro modo seguirá siendo la Gran Omisión): Mt. 28:18-20, que implica el “hacer” de la misión (dimensión teleológica), “hacer discípulos”; y Hch. 1:8, que implica el “ser” (dimensión ontológica) de la misión, “ser testigos de Jesús”. Pero a ello se añade otra acción fundamental: la de “decir” el evangelio a toda criatura, en un contexto de predicación (dimensión kerygmática; Cf., Mr. 16:15).

La sola presencia de la iglesia en el mundo, implica la misión, porque existe y fue sembrada en la historia para ello. Los bautistas tienen miles de misioneros en el mundo y toda una superestructura de agencias misioneras, ofrendas e instituciones de apoyo logístico.

¿Cómo hacemos los bautistas las misiones? Pues con la mente inquisidora de las Sagradas Escrituras; con un corazón apasionado por los perdidos; con rodillas quebrantadas en oración intercesora; con bolsillos generosos que ofrendan; y finalmente, con pies que caminan hacia los no alcanzados (Cf., Is. 52:7).